Cinco trucos para ahorrar en tu factura de la luz durante el verano

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En tiempo marcados por la inflación más que por ninguna otra cosa, todos buscamos fórmulas para ahorrar en cada una de nuestras partidas presupuestarias. Desde las vacaciones de verano hasta la cesta de la compra, pasando por el combustible necesario para desplazarnos. En esta lista no puede faltar la temida factura de la luz que, según Facua, fue la tercera más cara de la historia en el mes de junio.

Rebajar nuestro consumo y jugar con elementos como la potencia contratada o las tarifas horarias son algunos trucos que pueden ayudarte a que el resultado final sea un susto de menor calibre cuando llegue tu próximo recibo, a pesar de las altas temperaturas del verano y el consecuente uso de aire acondicionado en muchos hogares. Toma nota de estos trucos para ahorrar en tu factura de la luz durante el verano.

Trucos para ahorrar en tu factura de la luz durante el verano

Lo primero es controlar los factores ‘técnicos’, es decir, el precio de la luz en cada momento, la potencia contratada… así como valorar posibles alternativas en tu consumo energético, como el uso de placas solares, o apuntarte a una cooperativa de energía renovable. Eso sí, en estos casos deberás hacer frente a una inversión inicial que tardarás algún tiempo en amortizar.

El segundo paso consiste en moderar tu consumo y, para ello, puedes aprender técnicas de uso más eficiente de la energía, incluyendo la inversión en electrodomésticos más sostenibles, pero también ciertos remedios naturales y gratuitos que se encuentran a disposición de casi todos:

  • Conoce tu contrato de luz. Comprender tu factura de la luz puede ser toda una odisea, pero es tu deber tomarte la molestia de indagar lo suficiente como para abaratar tu consumo de forma consciente desde el lado del precio. Conceptos como la potencia contratada o término fijo, la energía consumida o término variable, los impuestos aplicables y otros servicios, el IVA o IGIC aplicable… resultan clave para comprender el precio final. Así, muchas veces puedes lograr un ahorro simplemente reduciendo tu potencia contratada si ésta sobrepasa los límites de lo que tú necesitas. Si tienes dudas, contacta con tu compañía y acláralas todas: de nada sirve quejarnos si no hacemos lo que esté en nuestra mano para cambiar.
  • Compara precios. Nada te obliga a permanecer en la misma empresa de suministro si lo que te ofrece no te convence. Cada empresa ofrece distintos precios por potencia contratada (que es una cuota fija relacionada con tus necesidades energéticas) y por energía consumida (precio por kWh). Además, conviene controlar que no estés recibiendo (y pagando) ningún servicio que no te interese y que resulte opcional. Eso sí, ten cuidado con los descuentos temporales si implican permanencia y penalización en caso de desistir antes de su finalización.
  • Analiza tus hábitos de consumo de luz para elegir la tarifa más adecuada. No es lo mismo consumir energía a unas horas que a otras. El precio de la electricidad se factura de forma distinta según distintos rangos horarios y existen contratos pensados para esas diferencias a la hora de consumir luz. Cuanta mayor sea la flexibilidad y el abanico de ofertas que ofrezca tu compañía, mucho mejor. También puede ser un buen momento para informarte sobre qué electrodoméstico consumen más y cuándo es mejor usarlos, modificando tus hábitos para reducir el gasto.
  •  Gasta menos luz. Además de controlar el precio que estás pagando y reducirlo al mínimo posible, está en tu mano reducir tu consumo y hacer un uso responsable de la energía. A veces situaciones de crisis nos enseñan a ‘podar’ lo superfluo y, en general, muchas de las prácticas que evitan gastar luz son también más beneficiosas para ti y para tu familia. Por ejemplo, puedes empezar por un buen aislamiento en tu casa, el reemplazo de las bombillas tradicionales por bombillas de bajo consumo, el uso de cortinas y alfombras frescas para mantener la temperatura adecuada, el sencillo y útil acto de desenchufar aquello que no estés utilizando, darte duchas cortas y usar también el agua fría cuando sea posible (además, es muy bueno para tu salud), apagar las luces a medida que cambies de habitación, lavar tu ropa con agua fría cuando sea posible, reducir la temperatura del calentador de agua… También es buena idea fregar con agua fresca o, si tienes terraza, regar tus plantas al caer la noche y refrescar suelo y fachada; humedecer tus cortinas cuando haya corriente; llenar tu casa de plantas (tienen un efecto aislante y aportan frescor); crear circuitos de corriente natural… Existen muchísimos pequeños gestos y trucos para enfriar tu casa sin usar aire acondicionado. El Planeta te lo agradecerá y tu salud, también.
  • En verano, evita el aire acondicionado. Especialmente durante los meses de verano, conviene hacer hincapié en el consumo de aire acondicionado, ya que suele suponer una parte importante del total de la factura de la luz. Desde conocer cuánto consume el aparato que tenemos en casa hasta buscar la ubicación perfecta y el momento de uso adecuado, estos consejos te ayudarán a hacer un uso saludable, eficiente y respetuoso con el medioambiente de este aparato.