Alicante es el nuevo destino de los emprendedores italianos

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Alicante se ha convertido en un destino ideal para los emprendedores y comerciantes italianos que han invertido en locales y negocios

Alicante también tiene su pequeña Italia y está en el Centro Tradicional, donde en unas pocas calles se concentran más de una veintena de negocios impulsados por hosteleros y comerciantes del país del sur de Europa, aunque donde más italiano se habla es en Muñoz, junto a la Concatedral de San Nicolás. En apenas 150 metros se concentran tres pizzerías, con cocineros nativos que preparan la masa de pizza al estilo romano o napolitano, y dos «gelaterias», que sirven helados artesanos con ingredientes buscados en origen: vainilla de Tahití, cacao de Ecuador, regaliz de Calabria, pistacho de Sicilia o avellana de la región del Piamonte. Después hay una variada oferta en otros puntos del Centro Tradicional como la Rambla, San Francisco, Castaños o Gerona.

El presidente de la asociación de comerciantes Corazón de Alicante, Vicente Armengol, valora la apuesta de estos emprendedores italianos, «que han visto una oportunidad en la ciudad para invertir y generar negocio y actividad».

El público mayoritario de estos establecimientos es internacional. El empuje turístico de Alicante, gracias al AVE y al aeropuerto, con visitantes de toda Europa no solo en verano sino los fines de semana de todo el año gracias al auge de las estancias «city break» permite la supervivencia a unos negocios que en algunos casos están en un pañuelo, con pizzerías «puerta con puerta». También están agradecidos al público local que elige degustar otros sabores y texturas.

«Buongiorno» es el saludo, al entrar al local, de los empleados de una pizzería-osteria de la calle Muñoz. En Italia éste era originalmente un lugar donde se servía vino y comida sencilla, con menús que hacen énfasis en las especialidades locales como la pasta y la pizza. El cocinero las amasa y las hornea cada día al estilo tradicional de Italia en un espacio dirigido por tres emprendedores, Mauro, Fabio y Graeme, que apuestan por la cocina casera y la calidad de la materia prima, y que abrirán su segunda pizzería-osteria en el Casco Antiguo en marzo.

En la misma calle, llegando a la Concatedral, hay otro restaurante italiano que hace esquina con la calle Miguel Soler. Lleva unos 10 años abierto y no se pueden quejar: tienen trabajo, con la pizza al estilo romano, de masa fina, entre sus especialidades. También la mayoría de sus cocineros y camareros son italianos, como el jefe de cocina. Massimo Bergamin es el gerente del grupo italiano al que pertenece este restaurante, que tiene más negocios hosteleros en Castaños , Cándida Jimeno Gargallo y el Portal de Elche.

En ellos elaboran sus pizzas con «una cuidadosa selección de ingredientes. La masa se hace con harina de suelo de piedra y otras materias primas italianas de la mayor calidad posible. La mezcla de nuestra masa se procesa después de una larga maduración que otorga al producto una fragancia y un sabor italiano único», señala en la web del grupo.

Cuando todas las pizzerías de la calle Muñoz están abiertas, con las terrazas llenas de público, hay un gran ambiente en un rincón tan internacional como minúsculo, de mucho paso.

De la arquitectura al helado

Además de estos locales de hostelería, en unos pocos metros hay dos heladerías italianas. Una de ellas abre solo en temporada alta y la otra, siciliana, funciona todo el año desde hace casi una década.

El que estén tan próximos tal cantidad de negocios italianos retroalimenta una actividad al alza. «La gente localiza aquí el ‘Little Italy’ de Alicante. Las tres pizzerías están muy juntas pero son de estilo diferente, y nuestro producto se complementa. Hay gente sentada en sus mesas con nuestras tarrinas, ellos recomiendan nuestros helados y fabricamos para ellos. Se generan buenas sinergias», explica Belén Pallarés, una de las dos socias del establecimiento. Un negocio compartido con el italiano Mario Caruso, ambos arquitectos que se reinventaron con la crisis.

Ahora Caruso trabaja en arquitectura en Italia pero Belén Pallarés sigue llevando el negocio en Alicante, «que requiere estar siempre pendiente al tener un obrador. Además hay que atender a los proveedores. Me lo paso bien, es divertido y me gusta conocer las opiniones de los clientes, que disfruten y vuelvan, y que la gente recomiende nuestros helados».

En las redes sociales el negocio, afirma su responsable, funciona con éxito. «Aunque ha surgido alrededor mucha competencia, seguimos estando ahí». Cuando abrieron apostaron por implantarse en la zona histórica de Alicante, «que está muy bien y había empezado a resurgir. Estamos muy contentos, notamos mucho el incremento del turismo en Alicante y mejoramos las ventas año tras año. Y a nivel social el sector está luchando porque Alicante vuelva a ser puerto base de cruceros», lo que atraería aún a más público.

Esta «gelateria» fue de las primeras en Alicante con el concepto de helado en montaña, más típico de Italia. Ahora hay más, pero en su momento fue «transgresora». Su secreto son las materias primas. «Buscamos el mejor origen de cada ingrediente para hacer helado de calidad, y artesano. Yo misma selecciono la fruta en Mercalicante y la almendra es de aquí», señala Pallarés, que destaca la distinción recibida hace dos años del Ministerio de Turismo (Sistema Integral de Calidad Turística en Destino), que nos obliga a mantener unos índices de calidad».

En la Rambla lleva seis años funcionado otra heladería italiana que cuenta con una importante clientela internacional. «Llegamos buscando una buena zona y ésta es de paso para los turistas que van a sus hoteles, a la playa, que visitan la Concatedral y de la gente que va al Ayuntamiento. Aquí paran las líneas de autobús y se celebran las Hogueras, la Semana Santa, el Carnaval. Todo. La gente viene. El helado italiano es conocido por su calidad. Es un producto natural, algo más caro, pero no usamos ni colorantes ni aromas artificiales», explica Tania Bouvier, encargada.

En este negocio preparan helados sin gluten ni lactosa, y bio. «Apostamos por un nivel de calidad que a los clientes les gusta. El turismo vuelve y es una zona de negocio. Alicante tiene además historia de heladerías tradicionales y funciona la hostelería. Hay un efecto llamada y han abierto más negocios italianos en las calles Mayor y San Francisco, y en la Explanada», con un nuevo local de cocina italo-mediterránea en su confluencia con la Rambla.

También aflora el comercio italiano. Un ejemplo es una joyería enclavada en la calle Gerona que lleva 5 años en Alicante,y que ofrece joyas de 18 kilates de oro hueco, lo que permite un producto diferente, más llamativo. Italiano de Arezzo, el encargado explica que vende al peso, sobre todo a público extranjero, y que trabajan mucho con Medio Oriente. De hecho tienen tienda en Dubai. Un tipo de diseño, afirma, muy novedoso para el público alicantino.